miércoles, 4 de abril de 2012

URBANOFILO. Cultura y educación en ser urbano, una posibilidad para el desarrollo de la ciudad.



     Si bien se presume que la población de las ciudades de la frontera norte de nuestro país es compuesta por gente que es cálida y amable, y que acoge con apertura a los inmigrantes que han venido llegando a estos lugares de manera constante desde sus fundaciones; es también esto, en gran parte, la circunstancia que limita de manera tácita su desarrollo como ciudad.  La condición multicultural restringe en cierto modo las posibilidades de conceptualizar de manera integral o unitaria, para la población, algunas características definitorias de la cultura local.  La historia se viene escribiendo en períodos relativamente cortos y no ha permitido fortalecer los valores que dan coherencia a una cultura particular.  La educación formal pretende, sin duda, igualar las condiciones de conocimiento y destrezas necesarias para desenvolverse de manera exitosa social y económicamente, bajo la teoría del capital humano, dando por hecho que habrá mejoras futuras en la calidad de vida, tanto en lo económico, como en lo sociocultural.  La realidad nos muestra que esta educación, estos procesos de enseñanza-aprendizaje tradicionales no rompen con los hábitos negativos para la convivencia ciudadana, es decir, urbana; simplemente porque no se ha observado la importancia que puede tener una educación que además de preparar para la subsistencia económica fortalezca los aspectos necesarios para el desarrollo pleno del hombre en su hábitat natural, la ciudad.
    Por ello, habemos quienes pensamos que en la educación de los individuos se deberán de incorporar los elementos de conocimiento necesario, así como destrezas y habilidades, para un mejor vivir en la ciudad.  Por supuesto que no es claro cómo, bajo las características de los modelos educativos conocidos, pueda esto ser incorporado.  O cómo, con medios nuevos puede ser ofrecido, de tal suerte que la información y formación llegue a los seres urbanos, es decir, a los habitantes de la ciudad.
    De lo que si estamos seguros es que la manera como se ha venido desarrollando Mexicali tiene relegado al ciudadano, de modo que ni nosotros mismos terminamos de identificarnos con nuestra ciudad y para quienes no son nativos de este lugar, de igual manera se les dificulta encontrarle sentido a la vida urbana Mexicalense.
    De manera directa o indirecta, somos co-responsables de contaminación de todo tipo: del aire, ruido, residuos sólidos, agua y más; problemas de vialidad y transporte, carencia de espacios verdes, estrés de la población y muchos problemas más.  Tradicionalmente se culpa a las autoridades en turno pero sólo señalándolo como responsable del desorden y difícilmente asumimos nuestra propia responsabilidad por la manera como vivimos la ciudad.
   Los temas son muchos y muy diversos y la idea es abrirnos a la identificación de éstos problemas, para poder así empezar a buscar soluciones ciudadanas donde el protagonista de la respuesta seamos nosotros mismos, con lo que ello implica.
  Y sí, me regreso a la idea de que de principio es un problema de educación y cultura. Y si no caminamos en ese sentido, creo que seguiremos alucinando en el Rancho Grande.
  A partir de hoy, de entre las ideas que se plasmen en este blog, algunas irán en la serie que he nombrado Urbanófilo, y el propósito será ir ventilando ideas que nos ayuden a integrar una serie de temas que más adelante puedan conformar un proyecto de educación y cultura para los habitantes, de tal suerte que se integre a nuevos programas de…¿vivienda?, ¿limpieza? ¿educativos en general?... ahora no lo sé.  Entonces veremos.
  Ya regresamos.

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