martes, 24 de abril de 2012


Del Rancho Grande a la Ciudad.
Vivimos y trabajamos modelos de sociedad que desconocen la complejidad creciente de la sociedad real en que estamos inmersos.  De allí que observamos el quehacer  febril y obsesionado de los tecnócratas que diseñan soluciones antes de haber identificado el ámbito real de los problemas”.
 Max-Neef, Manfred.
DESARROLLO A ESCALA HUMANA,
Montevideo, Ed. Nordan Comunidad, 1993.

                De malo nada tiene que quien tome decisiones políticas o administrativas en un gobierno tenga una formación técnica especializada, ya que ésta le permite, en un ámbito particular, poder estudiar a detalle algunas de las variables de problemáticas más amplias.  El problema de la tecnocracia es que pase por alto otras consideraciones de tipo político, ideológico, cultural o social que son parte de la realidad de los seres humanos y sus decisiones estén sólo vistas a través de su manera de ver el mundo. 
                  Esto viene a colación ahora que empezamos a tocar temas relacionados con la Urbanofilia expresada anteriormente en este blog, ya que la manera como tendremos que revisar esta tendencia tendrá siempre una buena cantidad de perspectivas que no solo requieren de la aplicación de las “técnicas” aplicables de determinadas disciplinas, sino que también deberá de colarse una visión intuitiva, una visión más conectada con los fenómenos de percepción que la propia población tiene respecto a las conductas que se dan en la vida de la ciudad.  No podemos dejar por un lado que cualquier acción que se tome en relación con la mejora de la condiciones de vida, de la calidad de vida de los ciudadanos, deberá de ir de la mano con su propia manera de ver la cosas y si, por supuesto, evaluando de manera objetiva también lo que se considera que efectivamente puede mejorar esas características de la vida de los habitantes de la ciudad.
                Hace algunos años, cuando apenas nos iniciábamos en el manejo de las tecnologías de la información, era muy difícil pensar que cualquier usuario de estos sistemas podría hacer lo que hoy podemos hacer.  Me refiero a que los equipos y software cada vez son más amigables con el usuario y nos permiten configurar una buena cantidad de variables optativas de los sistemas informáticos.  Por ejemplo, una oficina pequeña tenía que hacer una inversión importante para poder tener sus equipos, computadoras y periféricos en red.  El día de hoy cualquier usuario podemos hacer con gran facilidad esa red local sin tener que solicitar la participación de un especialista.  Finalmente, configuramos nuestras redes de acuerdo a nuestras necesidades. Por supuesto que con ciertas limitaciones pero, insisto, antes ni pensarlo.
                Es común el utilizar expresiones como “amigable” al referirnos al manejo de algunos equipos y esto quiere decir que el sistema trabaja de tal manera que podemos nosotros intuir como se comunica con nosotros y como comunicamos nosotros las acciones a realizar por un equipo.  Qué lejos estamos de aquellos lenguajes de programación como el Basic, que era necesario aprender para poder usar una computadora.  Mi primera experiencia fue con una Timex Sinclair ZX81, con 1K de memoria.
                Para quienes empezamos a escribir usando teclados en máquinas de escribir mecánicas (Olivetti Lettera 32) y después pasamos a las maquinas eléctricas (IMB Selectric) y finalmente al uso de las computadoras, sabemos de los gigantescos avances que significa esto y las grandes facilidades que otorga el uso de estos equipos.  El usuario final, nosotros, podemos hacer ahora un texto que, dependiendo de las habilidades personales de cada quien, puede estar listo al terminar de pensar en su contenido que se va tecleando y acomodando, y corrigiendo, conforme se escribe, de tal suerte que al final de escribir puede ser que esté listo para su impresión.  Ha habido un largo proceso de adaptación y aprendizaje.
                ¿Qué nos pasa en relación con el “uso” de la ciudad?  ¿Porque parece que no avanzamos en la mejora de la calidad de vida? ¿Qué tanto participa el ciudadano en la conformación de la vida en la ciudad? ¿Qué tanto aprendemos a vivir la ciudad?
                Desde el tecnócrata o el político que gobierna hasta el más sobresaliente o humilde de los ciudadanos, tenemos que aprender a vivir todos y cada uno de los espacios públicos o privados de la ciudad, de tal manera que el bien común se convierta en bien propio y cada esfuerzo tenga resultados satisfactorios o al menos aceptables para todos.  Habrá a quienes se les tendrá a que ayudar, orientar y formar para desarrollar algunas actividades convenientemente y otros que tendrán más facilidad para hacerlo de manera natural.  Sin embargo, todos tendremos que hacer un esfuerzo para salir del  rancho.
                Probablemente uno de los pasos más importantes será el aprender a expresar la experiencia del usuario, con sus tendencias, necesidades, deseos y sueños, por un lado; y el de aprender a escuchar y procesar esa información para traducirla en acciones que vayan mejorando las condiciones de vida por otro lado, de parte de quienes toman las decisiones para accionar positivamente la evolución de nuestra ciudad.
                Finalmente, si no es con la participación de todos, de muy diversas maneras que tendremos que descubrir, difícilmente podremos dar el mas mínimo paso para, saliendo del Rancho, llegar a la ciudad.

miércoles, 4 de abril de 2012

URBANOFILO. Cultura y educación en ser urbano, una posibilidad para el desarrollo de la ciudad.



     Si bien se presume que la población de las ciudades de la frontera norte de nuestro país es compuesta por gente que es cálida y amable, y que acoge con apertura a los inmigrantes que han venido llegando a estos lugares de manera constante desde sus fundaciones; es también esto, en gran parte, la circunstancia que limita de manera tácita su desarrollo como ciudad.  La condición multicultural restringe en cierto modo las posibilidades de conceptualizar de manera integral o unitaria, para la población, algunas características definitorias de la cultura local.  La historia se viene escribiendo en períodos relativamente cortos y no ha permitido fortalecer los valores que dan coherencia a una cultura particular.  La educación formal pretende, sin duda, igualar las condiciones de conocimiento y destrezas necesarias para desenvolverse de manera exitosa social y económicamente, bajo la teoría del capital humano, dando por hecho que habrá mejoras futuras en la calidad de vida, tanto en lo económico, como en lo sociocultural.  La realidad nos muestra que esta educación, estos procesos de enseñanza-aprendizaje tradicionales no rompen con los hábitos negativos para la convivencia ciudadana, es decir, urbana; simplemente porque no se ha observado la importancia que puede tener una educación que además de preparar para la subsistencia económica fortalezca los aspectos necesarios para el desarrollo pleno del hombre en su hábitat natural, la ciudad.
    Por ello, habemos quienes pensamos que en la educación de los individuos se deberán de incorporar los elementos de conocimiento necesario, así como destrezas y habilidades, para un mejor vivir en la ciudad.  Por supuesto que no es claro cómo, bajo las características de los modelos educativos conocidos, pueda esto ser incorporado.  O cómo, con medios nuevos puede ser ofrecido, de tal suerte que la información y formación llegue a los seres urbanos, es decir, a los habitantes de la ciudad.
    De lo que si estamos seguros es que la manera como se ha venido desarrollando Mexicali tiene relegado al ciudadano, de modo que ni nosotros mismos terminamos de identificarnos con nuestra ciudad y para quienes no son nativos de este lugar, de igual manera se les dificulta encontrarle sentido a la vida urbana Mexicalense.
    De manera directa o indirecta, somos co-responsables de contaminación de todo tipo: del aire, ruido, residuos sólidos, agua y más; problemas de vialidad y transporte, carencia de espacios verdes, estrés de la población y muchos problemas más.  Tradicionalmente se culpa a las autoridades en turno pero sólo señalándolo como responsable del desorden y difícilmente asumimos nuestra propia responsabilidad por la manera como vivimos la ciudad.
   Los temas son muchos y muy diversos y la idea es abrirnos a la identificación de éstos problemas, para poder así empezar a buscar soluciones ciudadanas donde el protagonista de la respuesta seamos nosotros mismos, con lo que ello implica.
  Y sí, me regreso a la idea de que de principio es un problema de educación y cultura. Y si no caminamos en ese sentido, creo que seguiremos alucinando en el Rancho Grande.
  A partir de hoy, de entre las ideas que se plasmen en este blog, algunas irán en la serie que he nombrado Urbanófilo, y el propósito será ir ventilando ideas que nos ayuden a integrar una serie de temas que más adelante puedan conformar un proyecto de educación y cultura para los habitantes, de tal suerte que se integre a nuevos programas de…¿vivienda?, ¿limpieza? ¿educativos en general?... ahora no lo sé.  Entonces veremos.
  Ya regresamos.