Si bien se presume que la población de las
ciudades de la frontera norte de nuestro país es compuesta por gente que es cálida y amable, y que
acoge con apertura a los inmigrantes que han venido llegando a estos lugares de
manera constante desde sus fundaciones; es también esto, en gran parte, la
circunstancia que limita de manera tácita su desarrollo como ciudad. La condición multicultural restringe en
cierto modo las posibilidades de conceptualizar de manera integral o unitaria,
para la población, algunas características definitorias de la cultura local. La historia se viene escribiendo en períodos
relativamente cortos y no ha permitido fortalecer los valores que dan
coherencia a una cultura particular. La
educación formal pretende, sin duda, igualar las condiciones de conocimiento y
destrezas necesarias para desenvolverse de manera exitosa social y económicamente, bajo la teoría del capital humano, dando por hecho que habrá mejoras futuras en
la calidad de vida, tanto en lo económico, como en lo sociocultural. La realidad nos muestra que esta educación,
estos procesos de enseñanza-aprendizaje tradicionales no rompen con los hábitos
negativos para la convivencia ciudadana, es decir, urbana; simplemente
porque no se ha observado la importancia que puede tener una educación que además
de preparar para la subsistencia económica fortalezca los aspectos necesarios
para el desarrollo pleno del hombre en su hábitat natural, la ciudad.
Por ello, habemos quienes
pensamos que en la educación de los individuos se deberán de incorporar los
elementos de conocimiento necesario, así como destrezas y habilidades, para un mejor vivir en la ciudad. Por supuesto
que no es claro cómo, bajo las características de los modelos educativos
conocidos, pueda esto ser incorporado. O
cómo, con medios nuevos puede ser ofrecido, de tal suerte que la información y formación
llegue a los seres urbanos, es decir, a los habitantes de la ciudad.
De lo que si estamos seguros
es que la manera como se ha venido desarrollando Mexicali tiene relegado al
ciudadano, de modo que ni nosotros mismos terminamos de identificarnos
con nuestra ciudad y para quienes no son nativos de este lugar, de igual manera
se les dificulta encontrarle sentido a la vida urbana Mexicalense.
De manera directa o indirecta,
somos co-responsables de contaminación de todo tipo: del aire, ruido, residuos sólidos,
agua y más; problemas de vialidad y transporte, carencia de espacios verdes, estrés
de la población y muchos problemas más.
Tradicionalmente se culpa a las autoridades en turno pero sólo
señalándolo como responsable del desorden y difícilmente asumimos nuestra
propia responsabilidad por la manera como vivimos la ciudad.
Los temas son muchos y muy diversos y la idea
es abrirnos a la identificación de éstos problemas, para poder así empezar a
buscar soluciones ciudadanas donde el protagonista de la respuesta seamos
nosotros mismos, con lo que ello implica.
Y sí, me regreso a la idea de
que de principio es un problema de educación y cultura. Y si no caminamos en
ese sentido, creo que seguiremos alucinando en el Rancho Grande.
A partir de hoy, de entre las
ideas que se plasmen en este blog, algunas irán en la serie que he nombrado Urbanófilo,
y el propósito será ir ventilando ideas que nos ayuden a integrar una serie de
temas que más adelante puedan conformar un proyecto de educación y cultura para
los habitantes, de tal suerte que se integre a nuevos programas de…¿vivienda?, ¿limpieza?
¿educativos en general?... ahora no lo sé.
Entonces veremos.
Ya regresamos.
Ya regresamos.
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