Del Rancho Grande a la Ciudad.
“Vivimos y trabajamos
modelos de sociedad que desconocen la complejidad creciente de la sociedad real
en que estamos inmersos. De allí que
observamos el quehacer febril y
obsesionado de los tecnócratas que diseñan soluciones antes de haber
identificado el ámbito real de los problemas”.
Max-Neef, Manfred.
DESARROLLO
A ESCALA HUMANA,
Montevideo,
Ed. Nordan Comunidad, 1993.
De malo nada tiene que quien
tome decisiones políticas o administrativas en un gobierno tenga una formación técnica
especializada, ya que ésta le permite, en un ámbito particular, poder estudiar
a detalle algunas de las variables de problemáticas más amplias. El problema de la tecnocracia es que pase por
alto otras consideraciones de tipo político, ideológico, cultural o social que
son parte de la realidad de los seres humanos y sus decisiones estén sólo
vistas a través de su manera de ver el mundo.
Esto viene a colación ahora
que empezamos a tocar temas relacionados con la Urbanofilia expresada anteriormente
en este blog, ya que la manera como tendremos que revisar esta tendencia tendrá
siempre una buena cantidad de perspectivas que no solo requieren de la aplicación
de las “técnicas” aplicables de determinadas disciplinas, sino que también deberá
de colarse una visión intuitiva, una visión más conectada con los fenómenos de
percepción que la propia población tiene respecto a las conductas que se dan en
la vida de la ciudad. No podemos dejar
por un lado que cualquier acción que se tome en relación con la mejora de la
condiciones de vida, de la calidad de vida de los ciudadanos, deberá de ir de
la mano con su propia manera de ver la cosas y si, por supuesto, evaluando
de manera objetiva también lo que se considera que efectivamente puede mejorar
esas características de la vida de los habitantes de la ciudad.
Hace
algunos años, cuando apenas nos iniciábamos en el manejo de las tecnologías de
la información, era muy difícil pensar que cualquier usuario de estos sistemas
podría hacer lo que hoy podemos hacer.
Me refiero a que los equipos y software cada vez son más amigables con el
usuario y nos permiten configurar una buena cantidad de variables optativas de
los sistemas informáticos. Por ejemplo,
una oficina pequeña tenía que hacer una inversión importante para poder tener
sus equipos, computadoras y periféricos en red.
El día de hoy cualquier usuario podemos hacer con gran facilidad esa red
local sin tener que solicitar la participación de un especialista. Finalmente, configuramos nuestras redes de
acuerdo a nuestras necesidades. Por supuesto que con ciertas limitaciones pero,
insisto, antes ni pensarlo.
Es
común el utilizar expresiones como “amigable” al referirnos al manejo de
algunos equipos y esto quiere decir que el sistema trabaja de tal manera que
podemos nosotros intuir como se comunica con nosotros y como comunicamos
nosotros las acciones a realizar por un equipo.
Qué lejos estamos de aquellos lenguajes de programación como el Basic,
que era necesario aprender para poder usar una computadora. Mi primera experiencia fue con una Timex
Sinclair ZX81, con 1K de memoria.
Para
quienes empezamos a escribir usando teclados en máquinas de escribir mecánicas
(Olivetti Lettera 32) y después pasamos a las maquinas eléctricas (IMB
Selectric) y finalmente al uso de las computadoras, sabemos de los gigantescos
avances que significa esto y las grandes facilidades que otorga el uso de estos
equipos. El usuario final, nosotros,
podemos hacer ahora un texto que, dependiendo de las habilidades personales de
cada quien, puede estar listo al terminar de pensar en su contenido que se va
tecleando y acomodando, y corrigiendo, conforme se escribe, de tal suerte que
al final de escribir puede ser que esté listo para su impresión. Ha habido un largo proceso de adaptación y
aprendizaje.
¿Qué
nos pasa en relación con el “uso” de la ciudad?
¿Porque parece que no avanzamos en la mejora de la calidad de vida? ¿Qué
tanto participa el ciudadano en la conformación de la vida en la ciudad? ¿Qué tanto
aprendemos a vivir la ciudad?
Desde
el tecnócrata o el político que gobierna hasta el más sobresaliente o humilde
de los ciudadanos, tenemos que aprender a vivir todos y cada uno de los
espacios públicos o privados de la ciudad, de tal manera que el bien común se
convierta en bien propio y cada esfuerzo tenga resultados satisfactorios o al menos aceptables para todos. Habrá a quienes se les tendrá a
que ayudar, orientar y formar para desarrollar algunas actividades
convenientemente y otros que tendrán más facilidad para hacerlo de manera natural. Sin embargo, todos tendremos que hacer un
esfuerzo para salir del rancho.
Probablemente
uno de los pasos más importantes será el aprender a expresar la experiencia del
usuario, con sus tendencias, necesidades, deseos y sueños, por un lado; y el de
aprender a escuchar y procesar esa información para traducirla en acciones que
vayan mejorando las condiciones de vida por otro lado, de parte de quienes
toman las decisiones para accionar positivamente la evolución de nuestra
ciudad.
Finalmente,
si no es con la participación de todos, de muy diversas maneras que tendremos
que descubrir, difícilmente podremos dar el mas mínimo paso para, saliendo del Rancho, llegar a la ciudad.